13 de septiembre: Día Mundial de la Sepsis
La sepsis aparece cuando la respuesta del organismo a una infección daña sus propios tejidos y órganos. Puede ocasionar shock, daño multiorgánico y muerte, especialmente si no es diagnosticada y tratada rápidamente.
Entre un tercio y la mitad de los pacientes con sepsis mueren. La sepsis constituye un 60-80% de las muertes en países en desarrollo. Mata más de 6 millones de niños entre lactantes y pre-escolares y al menos 100.000 madres despúes del parto cada año. En el mundo, cada pocos segundos alguien con sepsis muere.
El diagnóstico de sepsis a menudo es complejo debido a que los síntomas y signos clínicos y de laboratorio actualmente utilizados (temperatura elevada, aumento del pulso o la frecuencia respiratoria, recuento de glóbulos blancos, etc.) no son lo suficientemente específicos. En los niños, por ejemplo, los signos y síntomas pueden ser sutiles, pero el empeoramiento muy rápido. La sepsis está sub-diagnosticada y sus mecanismos son poco conocidos debido en parte a controversias en su definición, la falta de documentación de la misma como causa de muerte, herramientas de diagnóstico inadecuadas y aplicación poco homogénea de las guías clínicas estandarizadas para su tratamiento.
La administración precoz de intervenciones simples, tales como los antibióticos y fluidos intravenosos, pueden reducir el riesgo de muerte a la mitad. Los pacientes con sospecha de sepsis deben ser trasladados inmediatamente a un centro adecuado. El tratamiento de la sepsis de forma precoz ha demostrado ser beneficiosa en términos de coste-efectividad, reduciendo la estancia en UCI como en el hospital. Por desgracia, la sepsis frecuentemente se pasa por alto y/o se detecta demasiado tarde.
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