El 80% de los ensayos clínicos del cáncer en la sangre funciona
(Madrid).- Hace no mucho, recibir el diagnóstico de un cáncer hematológico constituía casi una sentencia de muerte.
Hoy, estos tumores, que comienzan en el tejido que forma la sangre –la médula ósea, las células del sistema, etc.– y que dan pie a enfermedades como la leucemia, el linfoma o el mieloma múltiple, ya no son imbatibles.
¿La causa de su vulnerabilidad?
La investigación. Y para, hacerla realidad, es necesaria una financiación «extra» más allá de la estatal. Un ejemplo es la Unidad HUNET-CRIS, del Hospital 12 de Octubre, uno de los primeros proyectos en los que se involucró la Fundación CRIS Contra el Cáncer.
Como explica su directora, Marta Cardona, el objetivo era ayudar a aquellos pacientes que no respondían bien a los tratamientos mejorando no sólo su calidad de vida, sino también su supervivencia. Para ello, la fundación dotó a la Unidad de Hematología de este hospital madrileño de una estabilidad mínima que le permitiera seguir creciendo. Y así ha sido, gracias a la aplicación de ensayos clínicos tempranos.
Precisamente, ayer se celebró el Día Mundial del Linfoma. Una enfermedad que se ceba en el sistema linfático, parte de nuestro sistema inmunitario. En líneas generales, comienza cuando las células T o B, que constituyen un tipo de glóbulos blancos y que ayudan en la lucha contra las infecciones, proliferan de forma descontrolada, se hacen anormales y se dividen una y otra vez, aumentando su número y diseminándose por todo el cuerpo. Hay unos 60 tipos de linfoma.
En la actualidad, como explicaba a Ep Miguel Ángel Canales, jefe de Sección de Hematología del Hospital Universitario de La Paz (Madrid), la curación es ya del 70-75% en el caso del linfoma B y cercana al 90% en el caso de su variedad de Hodgkin. En España, cada año se diagnostican unos 15.000 casos nuevos de tumores hematológicos: entre 4.000 y 5.000 son linfomas, 3.000 de mieloma, 2.000 de leucemia...
La Unidad HUNET-CRIS del Hospital 12 de Octubre está dirigida por Joaquín Martínez López, jefe de Servicio de Hematología de este centro madrileño. Bajo el apoyo de la Fundación Cris, su unidad ha desarrollado en los últimos cuatro años 100 ensayos clínicos, aún abiertos, en lo que respecta a enfermedades hematológicas, más otros 30 en fase temprana. Sólo en linfoma se han llevado a cabo 20.
Más de 200 pacientes se han sometido a estas pruebas. ¿Los resultados? «En un análisis parcial, más del 80% seguían vivos al cabo de un año. Y los efectos secundarios fueron muy pequeños», explica Martínez. En lo que respecta al linfoma, el 38% no mostraban una progresión después de un año del tratamiento, mientras que el 67% seguían vivos a los 12 meses.
Hay que tener en cuenta que hablamos de ensayos en fase temprana, con resultados todavía no testados. « La mayoría de los pacientes se encuentran en un grado muy avanzado de la enfermedad, han tenido varias recaídas y no existe otra opción terapéutica para ellos. Cuando aceptan participar, de alguna forma estamos investigando con ellos.
Quizá no le beneficie tanto a él como a los pacientes que llegarán después. Muestran un gran compromiso. Son muy altruistas», dice el médico
Estas cifras han venido gracias a técnicas que ahora mismo están en investigación. Y suelen ser más de una. «Son tratamientos múltiples. No suele valer con un solo tipo. Hay que atacar al tumor por varios sitios, tienen muchos mecanismos de escape», dice Martínez. Así, el equipo del 12 de Octubre ha administrado a los pacientes moléculas que son capaces de inhibir ciertas enzimas involucradas en el cáncer.
Del mismo modo, también se trabaja con anticuerpos inmunomodulares, capaces de dar «instrucciones» a las células del sistema inmunitario para combatir el tumor. Por último, han utilizado asimismo una de los tratamientos más en boga a día de hoy: las células T modificadas genéticamente. Estas células, que en un principio tienen la misión de erradicar a las tumorales, ya no son capaces de realizar su misión cuando se enferma de linfoma. Sin embargo, pueden ser extraídas del paciente, modificadas gracias a la ingeniería genética, y añadirles una molécula que hace las veces de «detector» de las células cancerosas.
Desgraciadamente, este tipo de ensayos no son habituales: sólo un 1% de los pacientes con linfoma acaba participando. «Son ensayos muy complicados. No todos los centros cuentan con la acreditación adecuada, se necesita una financiación extra y el paciente requiere de un seguimiento muy estricto. En el primer mes, se le puede requerir entre 15 y 20 veces. No todos pueden participar», asegura Martínez.
Fuente: La Razón
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