Nuevas pruebas que ayudarán a mujeres a tomar decisiones sobre el prolapso vaginal
(Madrid). - Una nueva revisión sistemática Cochrane resume pruebas que abordan la antigua polémica sobre la reparación quirúrgica del prolapso vaginal. Esta revisión ayudará a las mujeres y al personal médico a tomar decisiones informadas sobre su tratamiento quirúrgico y refuerza la necesidad de considerar cuidadosamente las ventajas e inconvenientes del material artificial de injerto frente al uso de tejido para reparar la anatomía de la vagina.
El prolapso vaginal se produce cuando las paredes de la vagina se debilitan y descienden. Puede constituir un trastorno angustiante, pues supone sentir un bulto o protuberancia en la parte baja de la vagina que se exacerba con la actividad física. Hasta un tercio de las mujeres que han tenido hijos se ven afectadas, además de aquellas que tienen sobrepeso o tos crónica.
Muchas mujeres se someten a un tratamiento quirúrgico que ayude a la función intestinal, sexual y de la vejiga. Hasta la década de los noventa, los cirujanos utilizaban varias técnicas diferentes para reparar el prolapso, como la histerectomía vaginal o la reparación de diversos músculos de la pared vaginal. Tras el éxito del uso de cintas en la cirugía para la incontinencia y de mallas en la reparación de hernias, los cirujanos ginecológicos comenzaron a utilizar un material artificial de injerto conocido como malla en sus operaciones en los noventa y a comienzos del siglo XXI.
Sin embargo, en los últimos años han surgido muchas dudas respecto a la seguridad del implante de la malla artificial, debido a los informes de mujeres que han sufrido dolor y exposición de la malla tras la cirugía de malla transvaginal.
Un equipo internacional de investigadores estudió los datos de ensayos de asignación aleatoria para comparar ambos enfoques quirúrgicos. Incluyeron información de 37 ensayos con 4.023 participantes. La malla utilizada en muchos de los estudios había sido retirada de la práctica en 2011 y la nueva, una malla permanente transvaginal liviana todavía disponible, no había sido evaluada en un estudio con asignación al azar.
La revisión observó que, a pesar de que la malla permanente transvaginal probablemente reduce el riesgo de percepción del prolapso por parte de las mujeres en comparación con la reparación del tejido, la magnitud global del beneficio fue pequeña. Sobre la base del análisis de los investigadores, un 19 por ciento de las mujeres a las que se les realizó una reparación del tejido, frente al 12 por ciento a las que se les practicó una reparación con malla permanente, percibían el prolapso tras la intervención. Estos datos proceden de estudios que realizaron un seguimiento a las mujeres durante periodos de entre uno y tres años.
No obstante, existen problemas importantes con relación a la malla transvaginal permanente. La tasa media de reintervención por prolapso, incontinencia urinaria o exposición de la malla tras la reparación con malla fue del 11 por cientofrente a alrededor del cinco por ciento en mujeres con reparación del tejido.
La malla permanente también está asociada con mayores tasas de lesión de vejiga que la reparación del tejido y mayores tasas de incontinencia de esfuerzo. En todos los estudios, el ocho por ciento de las mujeres con implante de malla tuvieron que ser reintervenidas.
En Escocia, el ministro de Salud hizo un llamamiento a los hospitales para que considerasen la suspensión del uso de malla hasta disponer de más pruebas. Una revisión intermedia independiente escocesa realizada en 2015 informó y expresó dudas respecto a la efectividad y los eventos adversos relacionados con la malla transvaginal para la cirugía de prolapso. Un informe realizado por la Accident Compensation Commission (Comisión de Indemnización por Accidente) de Nueva Zelanda en 2015 recomendaba establecer un registro interinstitucional para rastrear las complicaciones asociadas.
El autor principal, Chris Maher, profesor asociado de la Universidad de Queensland, Brisbane (Australia) afirma que esta es una revisión "muy significativa" que informa a las mujeres sobre las opciones quirúrgicas disponibles para el tratamiento de esta afección. Resume las pruebas de efectividad de estos enfoques y sus complicaciones. Proporciona a las mujeres más información para tomar decisiones informadas acerca del tratamiento más apropiado para ellas.
La autora Corinna Christmann-Schmid añade que estas pruebas subrayan "la necesidad de sopesar los posibles daños y los posibles beneficios de la cirugía". Una de cada doce mujeres con malla necesita posteriormente una reintervención a causa de la exposición de la malla y podemos esperar que un siete por ciento más experimente un éxito subjetivo, en comparación con la reparación del tejido sin malla.
Las mujeres y sus cirujanos deben debatir estos daños y beneficios en el momento en el que estén considerando la cirugía. Es especialmente importante debido a que es probable que la disponibilidad de la malla utilizada actualmente sea diferente de la que había cuando se realizaron los estudios.
La profesora de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Auckland, Cindy Farquhar, comenta que los ginecólogos deben actuar "con cautela" a la hora de adoptar innovaciones que no han sido completamente evaluadas en ensayos clínicos. Esto es especialmente importante debido a que muchos dispositivos quirúrgicos no requieren autorización de la FDA o agencias similares.
Fuente: El Global
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